El 23 de septiembre de 1889 se fundaba la empresa Nintendo Playing Card Company con el objeto de producir juegos de cartas. La palabra “Nintendo” se podría traducir en la frase “Dejad la suerte a los cielos” y se puede decir que funcionó. A lo largo de sus 129 años de historia la empresa exploró varias alternativas además de los famosos juegos de cartas, como taxis, comida, juguetes e incluso albergues transitorios. Pero el giro más dramático llegó a principios de la década de los 70 cuando se decidió a explorar el mercado de los juegos electrónicos. Si bien el acuerdo con Magnavox para distribuir la consola en japón no fue exitoso, la empresa continuó persiguiendo el mercado que atraparía en 1981 gracias el éxito de los Arcades, Donkey Kong, creado por un joven de 29 años llamado Shigeru Miyamoto.
Gracias al juego la empresa se haría fuerte en Estados Unidos, incluso en lo legal derrotando en los tribunales al entonces gigante Studio Universal por los derechos de la palabra Kong. El protagonista del juego, jumpman, sería posteriormente nombrado Mario y se convertiría en un personaje recurrente en sus juegos. Sin embargo, su mayor hazaña sería salvar en 1989 al mercado occidental de las consolas de videojuegos domésticas con el megaéxito de la Nintendo Entertainment System (NES). La empresa se convirtió en un sello de calidad y supo enfrentar numerosas crisis, como la creación en 1994 del Entertainment Software Rating Boards (ESRB) en los Estados Unidos (aunque aún no se pueda determinar de qué lado del mostrador se encontraba Howard Lincoln, el entonces presidente de Nintendo of America), o el reciente fracaso de la consola Wii U.
Sin embargo, el verdadero sello de calidad serían sus juegos y sus desarrolladores. Personajes como Mario, Link, Kirby, Samus y los Inklings, nuevos y viejos, que con sus aventuras le dan un carácter único y diverso al portfolio de la empresa. Desarrolladores como Miyamoto, Tezuka, Okada, Sakamoto, Iwata (Q.E.P.D) y Sakaguchi, que constantemente buscan explorar nuevas experiencias de juego, con una sola palabra en mente: diversión. No es una empresa perfecta: sus prácticas no siempre se ajustan a los tiempos que corren, cuida celosamente de la explotación exclusiva de sus productos (ni siquiera permite los let’s play de sus juegos) y explota constantemente la nostalgia como factor monetario. No obstante, resulta imposible imaginar una industria de los videojuegos sin este gigante.
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